STOP. Reflexión personal
- Paula Posse
- 27 oct 2020
- 3 Min. de lectura

Luego de un poco más de un mes sin publicar retomo este espacio, que descubrí durante la pandemia, en el que siento tanta satisfacción. Si bien tengo la idea de que uno de los efectos secundarios de esta pandemia es que hagamos un STOP en nuestras vidas con el fin de reorganizar prioridades de acuerdo a las necesidades más básicas y conectarnos con nuestro interior; hasta el momento en lo personal me había sucedido parcialmente. Por mi profesión y mi función laboral desde el primer día de cuarentena en Argentina, allá por el 20/03/20, me vi exigida y a veces sobre exigida a revisar y desarrollar procesos que nos posibilitaran a mi equipo y a mi continuar con la tarea, en una inmediatez impensada ponerlos en marcha y continuar. Además, en aquel momento se vencía el plazo de entrega de mi tesis de especialidad. Fueron tiempos realmente intensos, en los que por suerte fluyó la creatividad y energía necesaria para producir con buenos resultados. Hasta que a mediados de año las oportunidades se encontraron con las decisiones y llegó el STOP para mí. Por un proyecto laboral y familiar en octubre de 2020 nos mudamos desde Córdoba (Argentina) a Lovaina en Bélgica, y aquí comienza mi reflexión. Durante un mes no pude escribir, mi energía fluía para otros lados, mi mente estaba saturada y mi corazón revuelto. Mi prioridad fue acompañar a mi pequeña en su adaptación, a mi marido y darme el tiempo para adaptarme yo también. Ahora estoy de vuelta... planeando con entusiasmo lo que me gustaría construir en el horizonte que se avecina. En cuanto al viaje en pandemia puedo contarles que fue muy largo, sin complicaciones, salvo los nuevos protocolos de higiene, el resto transcurrió sin contratiempos. Llegamos a Bruselas, en el mismo aeropuerto nos hisopamos sin esperas ni colas y partimos para Leuven o Lovaina, nuestro destino final. Aquí nos encontramos con una ciudad pequeña y soñada, la única similitud con nuestro pago era el uso obligatorio de tapaboca, por lo demás, hicimos una cuarentena responsable de siete días (nadie nos controló), los negocios funcionaban todos en horarios habituales con clara señalización de diferentes lugares para entrar y salir, alcohol / sanitizante en el ingreso y limitación sobre la cantidad de personas en el interior; sin embargo, en general no fue necesario hacer cola para ingresar a ninguna parte. Mi marido comenzó a trabajar en la Universidad de modo normal. Este precioso lugar se destaca por la cantidad de bares y restaurantes, así como también de escuelas; en la zona donde nos alojamos estamos rodeados de ellos y por eso pudimos observar que en ambos había mucho movimiento. Las escuelas y la universidad funcionando. En los supermercados no hay desabastecimiento. A la siguiente semana de nuestro arribo por el aumento de casos se restringió por un mes la actividad de bares y restaurantes continuando solo con modalidad take away; las escuelas y la universidad siguieron funcionando, así como los comercios en general y el resto de las actividades productivas. En fin, esta es mi experiencia de viaje en pandemia que quise transmitirles hoy. Mi opinión es que con protocolos y responsabilidad social se puede seguir funcionando, con cuidados elegidos más que con restricciones impuestas. El trabajo y las organizaciones, eje conductor de esta serie por ser mi pasión y especialidad, deben pensarse desde lo social y cultural, contemplando siempre como central la complejidad humana antes de cualquier intervención.
Nota: Esta es la publicación número 14 de las 19 que integran la serie: “Argentina 2020, la travesía del Covid-19 desde una mirada resiliente”, para relatar el paso de la pandemia, con una mirada orientada hacia el impacto en nuestro bienestar.
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